Cetaganda (на испанском)
Шрифт:
Miles sonriу con afabilidad
— Entiendo que tenemos una aficiуn en comъn, gobernador — ronroneу.
— Ah, sн? — dijo Kety sin entusiasmo
— Sн, el interйs por objetos reales cetagandanos. Esos artefactos tan… tan fascinantes y evocativos… toda la historia y la cultura de la raza haut esta en ellos, no le parece? Y su futuro tambiйn.
Kety lo mirу sin expresiуn
— No me parece que eso pueda considerarse un pasatiempo… No me parece un pasatiempo adecuado para un extranjero
— Todo oficial debe conocer a sus enemigos
— No tengo comentarios al respecto… Esas tareas son asunto de los ghem.
— Como su amigo lord Yenaro? Un hilo muy frбgil para que usted se apoye en
La arruga de la frente de Kety se hizo mбs profunda.
— Quiйn?
Miles suspirу y experimentу el incontrolable deseo de inundar todo el pabellуn con pentarrбpida. Los haut se controlaban tanto… daba la impresiуn de que mentнan constantemente.
— Me preguntaba, haut Kety, si serнa usted tan amable de presentarme al gobernador haut Slyke Giaja. Como yo tambiйn soy pariente de mi emperador, siento que йl estб en un lugar muy semejante al mнo en Cetaganda.
El haut Kety parpadeу, sorprendido. La sorpresa lo llevу a la honestidad.
— Dudo que Slyke comparta su opiniуn… — Por su mirada parecнa estar calculando el disgusto que sentirнa el prнncipe Slyke Giaja cuando le impusieran la presencia del extranjero y comparбndolo con el alivio que sentirнa йl cuando se librara de Miles. Sus propios intereses inclinaron la balanza. El haut Kety hizo un gesto al ghemgeneral Chilian y lo despachу a conseguir el permiso del prнncipe para la transferencia. Con una despedida amable y un murmullo de agradecimiento, Miles se alejу tras los. pasos del ghemgeneral, con la esperanza de aprovechar cualquier indecisiуn para seguir con su misiуn. Los prнncipes imperiales no eran famosos por ponerse a disposiciуn de todo el mundo. En eso, eran peores que los hautgobernadores.
— General… si el haut Slyke no tiene tiempo para atenderme… le darнa usted un mensaje corto de mi parte? — Miles tratу de mantener la voz tranquila a pesar de los pasos vacilantes y rбpidos que se veнa forzado a hacer para seguir al ghemgeneral; Chilian no se estaba esforzando en caminar despacio en consideraciуn al invitado de Barrayar-. Sуlo tres palabras.
Chillan se encogiу de hombros.
— Supongo que no habrб inconveniente.
— Dнgale: Yenaro es nuestro. Nada mбs.
El general alzу las cejas cuando oyу la enigmбtica frase.
— Muy bien.
El mensaje, por supuesto, pasarнa despuйs a oнdos de Seguridad Imperial Cetagandana. A Miles no le parecнa nada mal que el organismo echara una mirada mбs atenta a lord Yenaro…
El haut Slyke Giaja estaba sentado con un grupito de hombres, ghem y haut, al otro lado del pabellуn. Habнa algo extraсo en el grupo y era que incluнa tambiйn una burbuja blanca, que flotaba cerca del prнncipe. Junto a ella habнa una ghemlady que Miles reconociу enseguida, a pesar del volumen formal de las ropas blancas que tenнa puestas: la mujer que habнa ido a buscarlo a la fiesta de Yenaro. La ghemujer le dirigiу una mirada, fijу la vista un segundo y luego mirу a otro lado con decisiуn. Quiйn estaba en la burbuja? Rian? La consorte de Slyke? Otra persona?
El ghemgeneral de Kety se inclinу para murmurarle algo en el oнdo. Slyke Giaja echу una mirada a Miles, frunciу el ceсo y meneу la cabeza. Chillan se encogiу de hombros y se inclinу para murmurar de nuevo. Miles, que veнa cуmo se le movнan los labios, distinguiу su mensaje o algo parecido: la palabra Yenaro fue muy clara en esos labios. La cara de Slyke no traicionу ningъn sentimiento. El hautgobernador hizo un gesto al ghemgeneral para que se fuera.
El general Chilian volviу junto a Miles.
— El haut Slyke estб demasiado ocupado para verlo en este momento — informу en un tono de voz tranquilo.
— Gracias de todos modos — entonу Miles, en el mismo tono. El general hizo un gesto y volviу junto a su amo.
Miles mirу a su alrededor, preguntбndose cуmo abordarнa al siguiente gobernador. El de Mu Ceta no estaba presente: probablemente se habнa ido directamente desde el jardнn a dormir la siesta.
Mia Maz se acercу a Miles, navegando por la fiesta con una sonrisa y mucha curiosidad en los ojos.
— Alguna conversaciуn interesante, lord Vorkosigan? — preguntу.
— Por ahora no — admitiу
— No quiero presumir. Lo que hice fue escuchar.
— Se aprende mбs escuchando.
— Sн. Escuchar es el golpe conversacional invisible. Me siento bastante inteligente.
— Y quй ha averiguado?
— El tema haut de esta fiesta es la poesнa. Estбn cortando en rebanadas finas la poesнa de los demбs segъn estrictas lнneas de anбlisis. Y quй extraсa coincidencia: todo el mundo dice que las mejores ofrendas son las de los hombres de mayor rango.
— A mн me parecieron todas iguales.
— Ah, pero usted no es haut…
— Quй querнa usted decirme hace un rato? — preguntу Miles.
— Estaba tratando de advertirle sobre un raro punto de la etiqueta cetagandana: la forma de comportarse cuando se conoce a una hautmujer y se la ve fuera de su burbuja.
— Fue la… la primera vez que vi una — mintiу Miles estratйgicamente-. Lo hice bien?
— No del todo. Verб usted, las hautmujeres pierden el privilegio de los campos de fuerza cuando se casan fuera del genoma, entre los ghem. Se convierten en… ghemujeres o algo similar. Pero la pйrdida del campo se considera una vergьenza. Asн que lo mбs amable y considerado es actuar como si la burbuja siguiera estando ahн. Nunca debe usted dirigirse a una hautesposa aunque estй de pie delante de usted. Si quiere hacerle preguntas, tiene que hacйrselas a travйs de su esposo y esperar que йl transmita las respuestas.
— Yo… no le dije nada a ninguna de esas mujeres.
— Claro, muy bien, pero lamento decir que las mirу a la cara, y eso tampoco es correcto.
— Yo creн que los hombres se estaban portando como bestias y que no las incluнan en la conversaciуn por desprecio.
— Claro que no. Eran de lo mбs caballerosos. Al estilo cetagandano.
— Ah. Por la forma en que se comportan, esas mujeres podrнan estar dentro de las burbujas. Burbujas virtuales, dirнa yo.
— Йsa es la idea… sн.