Barrayar (на испанском)
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Por unos momentos, Alys dejу de lamentarse amargamente por Padma y de planificar la vida de Ivбn hasta el ъltimo detalle cuando Drou le contу cуmo serнa su traje de bodas.
— ЎNo, no, no! — exclamу espantada -. Todo ese encaje… parecerбs una gran osa blanca. Seda, querida, tienes que ponerle largas franjas de seda… — Y comenzу a diseсarlo.
Al no tener madre ni hermanas, Drou no podrнa haber encontrado a una consejera mejor. Para estar segura de su perfecciуn estйtica, lady Vorpatril terminу regalбndole el vestido, junto con una «pequeсa cabana» que resultу ser una casa considerable en la costa este. Llegado el verano, el sueсo de Drou en la playa se volverнa realidad. Cordelia sonriу y comprу a la joven una camisa de noche y una bata con suficiente encaje como para satisfacer las necesidades de su alma femenina.
Aral les proporcionу el lugar donde celebrar la fiesta: el Salуn Rojo de la Residencia Imperial, el que tenнa el maravilloso suelo de marqueterнa que, para inmenso alivio de Cordelia, habнa escapado al incendio. En teorнa, este gesto esplйndido fue justo lo que Illyan necesitaba por razones de seguridad, ya que Cordelia y Aral se encontrarнan entre los principales testigos. Personalmente, a Cordelia le parecнa que las cosas tomaban un giro prometedor si Seguridad Imperial comenzaba a ocuparse de organizar bodas.
Aral repasу la lista de invitados y sonriу.
— їHas notado que todas las clases se encuentran representadas? — le dijo a Cordelia -. Hace un aсo, no hubiese sido posible celebrar el banquete aquн. El hijo del tendero y la hija de un militar sin grado. Ellos lo compraron con sangre, pero tal vez el prуximo aсo pueda comprarse con un acuerdo pacнfico. Medicina, educaciуn, ingenierнa, nuevas empresas…
— Y esas brujas con las que estбn casados los amigos de Piotr, їno se quejarбn por estos cambios sociales demasiado progresistas?
— їCon Alys Vorpatril respaldбndolos? Jamбs se atreverнan.
Los preparativos para la boda continuaron. Cuando faltaba una semana, Kou y Drou se sentнan aterrados y consideraban la posibilidad de fugarse, ya que habнan perdido el control de todo. Pero el personal de la Residencia Imperial tenнa una gran prбctica en organizar hasta el mбs mнnimo detalle. El ama de llaves corrнa por todas partes, riendo.
— Y yo que me temнa que cuando el almirante llegara aquн no tendrнamos nada que hacer, aparte de esas cenas mortalmente aburridas para el Estado Mayor.
Al fin llegу el dнa y la hora de la boda. En el suelo del salуn habнa un gran cнrculo de sйmola coloreada, acompaсado por una estrella con un nъmero variable de puntas una para cada padre o testigo principal. En este caso eran cuatro. Segъn la costumbre barrayaresa, las parejas se casaban a sн mismas, pronunciando sus votos en el interior del cнrculo, sin necesidad de un sacerdote o un magistrado. Un asistente permanecнa fuera del cнrculo y leнa el texto para que la pareja lo repitiese. Esto permitнa prescindir de esfuerzos mentales mayores, tales como el aprendizaje de memoria por parte de la pareja. Los contrayentes ni siquiera tenнan que utilizar la coordinaciуn motora, ya que cada uno contaba con un amigo que lo conducнa al interior del cнrculo. Todo era muy prбctico, decidiу Cordelia, y tambiйn esplйndido.
Con una sonrisa y una reverencia, Aral situу a Drou en su punta de la estrella como si depositase un ramo, y luego fue a ocupar su propio lugar. Lady Vorpatril habнa insistido en que Cordelia se hiciese confeccionar ropa adecuada para la ocasiуn, y el vestido elegido era amplio y largo en azul y blanco, con adornos en flores rojas a juego con el uniforme de desfile de Aral, rojo y azul. El padre de Drou, muy nervioso y henchido de orgullo, tambiйn vestнa su uniforme rojo y azul. Cordelia solнa asociar a los militares con el totalitarismo, y le resultaba extraсo imaginarlos como punta de lanza del igualitarismo en Barrayar. Era el obsequio de cetagandaneses, decнa Aral; su invasiуn habнa obligado a promocionar el talento sin preocuparse por el origen, y a partir de entonces la sociedad barrayaresa seguнa siendo barrida por las oleadas del cambio.
El sargento Droushnakovi era un hombre mбs bajo y delgado de lo que Cordelia habнa esperado. Los genes maternos, una mejor nutriciуn, o una mezcla de los dos factores, habнan hecho que todos sus hijos fuesen mбs altos que
Koudelka entrу primero, apoyado en su bastуn con funda nueva y en Bothari. El sargento vestнa la versiуn mбs reluciente de la librea marrуn y plata de Piotr, y trataba de ayudar murmurando sugerencias terribles como «Si le vienen ganas de vomitar, baje la cabeza». La sola idea hizo que el rostro de Kou se volviera mбs verdoso aъn, de forma que contrastaba extraordinariamente con el uniforme rojo y azul que, sin lugar a dudas, Alys Vorpatril hubiese desaprobado.
Las cabezas se volvieron cuando apareciу la novia. Alys habнa tenido toda la razуn al elegir el vestido de Drou. La joven avanzу graciosa, en una perfecta combinaciуn de formas: seda marfil, cabello dorado, ojos azules, flores blancas, azules y rojas. Sуlo cuando se detuvo junto a Kou, quedу en evidencia lo alto que debнa de ser йl. Alys Vorpatril, en gris y plateado, dejу a Drou en la orilla del cнrculo con un gesto parecido al de una diosa cazadora que liberara a un halcуn blanco para que partiese volando y fuera a posarse en los brazos extendidos de Kou.
Kou y Drou lograron pronunciar sus votos sin tartamudear ni desmayarse, y disimularon la vergьenza que sintieron ante la declaraciуn pъblica de sus despreciados nombres de pila: Clement y Ludmilla.
Entonces, como testigo principal, Aral rompiу el cнrculo deslizando una bota sobre la sйmola y los dejу salir. La fiesta comenzу con mъsica, baile, comida y bebida.
El banquete estuvo increнble, la mъsica muy animada y la bebida… tradicional. Despuйs de la primera copa del excelente vino enviado por Piotr, Cordelia se acercу a Kou y le murmurу algunas palabras acerca de ciertas investigaciones betanesas segъn las cuales el etanol tenнa efectos perjudiciales sobre las funciones sexuales. Despuйs de oнrla, Kou se marchу al lavabo.
— Eres una mujer cruel — le susurrу Aral al oнdo, riendo.
— Para Drou no lo soy — respondiу ella.
Cordelia fue presentada formalmente a los hermanos, ahora cuсados, quienes la miraron con ese respeto reverencial que le hacнa apretar los dientes. De todas formas, relajу la mandнbula cuando el padre hizo callar a uno de ellos para permitir que la novia hiciese cierto comentario sobre las armas de fuego.
— Cбllate, Jos — le dijo el sargento Droushnakovi a su hijo -. Tъ nunca has manejado un disruptor nervioso en combate. — Drou parpadeу, y luego sonriу con un brillo en la mirada.