90 millas hasta el parai?so
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Giancana perdi'o el inter'es por la pareja descubierta y habi'endose despedido de Lansky y Batista, se dirigi'o a sus apartamentos. Mientras Lansky mostr'o una mayor curiosidad.
– Parece que el joven “perdi'o la palabra” – pic'o este a Fidel – ?Do you have an invitation? 14
El joven permanec'ia callado. Esto pod'ia ser solamente entendido porque 'el no dominaba el ingl'es. La chica suplicaba a Dios que el muchacho no se descubriera. Pero, parec'ia, que de ella ya nada depend'ia. Se acerc'o a Batista corriendo su edec'an jadeante. Probablemente, para reportar algo. Pero al ver a la persona bigotuda, a este le indic'o con el ca~n'on de la “beretta”, expres'andose as'i:
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Do you have an invitation? – ?Tiene Ud. una invitaci'on? (ingl.)
– !Este es el caudillo de los rebeldes! – 'el quer'ia arrestar a Fidel, pero Batista hizo parar con un gesto a su subordinado ardiente, se aproxim'o muy junto al joven Castro y le susurr'o al o'ido:
– Si es as'i, estoy muy contento de conocer al caudillo.
Fidel segu'ia guardando silencio. Batista una vez m'as lo perfor'o con su mirada, mir'o severamente a Mirta y gui~nando a Lansky, que no comprend'ia ni una palabra en espa~nol, sentenci'o m'as bien para el edec'an:
– Es poco probable que lo diga.
Meyer Lansky esperaba las explicaciones.
– Se~nor Lansky, mi edec'an por todos lados ve a conspiradores ocultos – tom'o del brazo a su protector, apart'andole de Mirta y de su acompa~nante – los hijos de los ricos no son peligrosos para nosotros. En sus cabezas sopla el viento.
– El viento comunista – le corrigi'o Lansky, descontento de que el rebelde haya podido evitar el castigo merecido, como si lo presintiera – en un futuro no lejano habr'a hechos desagradables ligados con este hombre callado. Como si mirara en el agua.
Fidel nunca se reputaba de ser una persona callada, pero Batista, muy seguro de s'i mismo, ni esta vez, ni en las veces posteriores, no apreci'o debidamente al joven robusto, consider'andole un advenedizo torpe, a semejanza de decenas de tales gritones del partido de “ortodoxos”, de la Federaci'on de Estudiantes Universitarios, del as'i denominado “Directorio Revolucionario”. Adem'as, el larguirucho est'upido, sin saberlo, le hizo un gran favor, poniendo de manifiesto a sus socios toda la incapacidad de los presidentes civiles.
* * *
El 10 de marzo de 1952, Batista, vali'endose del dinero de Lansky y Giancana, dio un golpe de estado. El pueblo estaba en shock, el presidente leg'itimo huy'o a los EE.UU., aunque el putch ven'ia revel'andose en los medios. Pero Batista, justificando ante los norteamericanos la reputaci'on de una persona de acci'on, de “mano fuerte”, cerr'o los peri'odicos “Hoy” y “La palabra”, las revistas “Mella” y “La 'ultima hora”. La gente de Fulgencio llev'o a cabo un ataque al programa televisivo “Universidad en el aire”. Lo destruyeron y golpearon cruelmente a los corresponsales. Para que sea completo el acto, este suspendi'o una transmisi'on de TV – absolutamente inofensiva, que no ser'ia clasificada como neutral, sino contemplativa – “Ante la prensa”. Fue hecho por si las moscas.
La prensa norteamericana, llevada de la mano de Lansky y las familias neoyorquinas, justificaba la actividad del dictador, lig'andola a la necesidad de organizar una severa resistencia a la difusi'on de la peste comunista. La guerra fr'ia se hallaba en pleno apogeo y favorec'ia a la pol'itica de Batista y de la mafia. Se estableci'o una dictadura.
Fidel result'o que se hallaba en la c'arcel tras el intento fracasado del asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953. A ciento treinta y cinco sublevados se le opon'ian dos mil soldados del ej'ercito regular. Decenas de compa~neros de lucha de Fidel fueron asesinados cruelmente por la soldadesca. Qued'o vivo milagrosamente, y tras las rejas esperaba el juicio. El l'ider rechaz'o al abogado. Decidi'o defenderse a s'i mismo.
En las audiencias del asunto №37 de 1953 presid'ia la sesi'on un tribunal extraordinario. Precisamente aqu'i no naci'o un l'ider de una separada banda de insurgentes, sino un pol'itico a escala pancubana. “El Movimiento 26 de julio” se dio a conocer por la boca de su l'ider, como una fuerza real en Cuba. El discurso acusatorio en su defensa, lleno de un enojo justo, maravill'o hasta a los lameculos de Batista y fue acogido con entusiasmo por el pueblo.
El 16 de octubre, en una peque~na sala de una escuela de enfermeras adjunta al hospital “Saturnino Lora”, se celebr'o una farsa judicial sobre Castro. 'El ya hab'ia sobrevivido a dos atentados fallidos en la celda de arresto del municipio, donde lo colocaron en una c'amara individual. Cuando se irgui'o en toda su estatura, llevando una toga descolorida, ante sus acusadores, aquellos comprendieron que en vano le permitieron hablar a Castro. Pero ya era tarde.
Su discurso dur'o mucho m'as que el del procurador, que motiv'o la necesidad de encarcelar a Castro a 26 a~nos de prisi'on, se limit'o a hacerlo en dos minutos. En realidad, a la brevedad le da igual de quien hermana ser: del talento o de la dislalia. Fidel necesit'o varias horas para exponer su opini'on, y nadie se atrever'ia a interrumpirle, ya que 'el dec'ia la verdad. No obstante, el procurador varias veces lo interrumpi'o con r'eplicas maliciosas, repugnantes comentarios y preguntas mordaces. Las respuestas del arrestado hicieron alzar a este ante los ojos de los soldados que lo escoltaban.
– Acudimos a la violencia de manera forzada, como lo hac'ian los h'eroes cubanos. Jos'e Mart'i, ide'ologo inspirador de nuestro asalto.
Alzamos la mano a los que realizaron la revuelta militar contra la Constituci'on y el poder leg'itimo, porque no ve'iamos otro medio de luchar contra la junta criminal. Podemos justificar nuestro proceder no solo desde el punto de vista moral, sino en el plano jur'idico. Siendo jurista, envi'e a la Corte Suprema del pa'is una denuncia sobre la usurpaci'on ilegal del poder por el general Batista. Mi queja fue ignorada por el juicio, aunque, si tomamos el total de los cr'imenes cometidos por Batista, a este se le deber'ia condenar a cien a~nos de prisi'on. Eso me convenci'o a m'i y a mis partidarios en tomar las armas en las manos, ya que era imposible cambiar algo en el pa'is recurriendo a otros medios.
Si los 'organos del poder p'ublico no resultaron ser capaces de enfrentarse contra los rebeldes militares, y el ej'ercito pas'o al lado del dictador inmoral y bajo la direcci'on de este realiz'o un golpe de estado, eso significa que el pueblo no solamente puede, sino ha de armarse y conquistar la independencia con las armas en las manos. !El pueblo tiene derecho a sublevarse contra la tiran'ia!
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