DE NAUFRAGIOS Y AMORES LOCOS
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La madre, que hab'ia sido informada de todo, le prohibi'o viajar en aquel estado a Camag"uey para evitar el qu'e dir'an de los vecinos y la pena, y le orden'o quedarse en la capital en casa de una t'ia hasta que pariera y despu'es ver qu'e soluci'on se le daba a todo. Ahora el beb'e ten'ia un a~no y tres meses de nacido. Mi beb'e, as'i me lo hizo saber, jur'o y perjur'o que desde que Ricardo la dej'o por la profesora en marzo del a~no anterior s'olo hab'ia tenido relaciones sexuales conmigo. Adem'as el c'alculo que hicimos de los nueve meses de embarazo y la edad del ni~no coincid'ia totalmente. Se parece a ti, deja que lo veas, me dijo riendo emocionada.
Realmente la noticia lejos de asustarme me alegr'o, quer'ia poner en orden mi vida y ahora recibir as'i de sopet'on, a m'i que extra~namente llevaba una vida sexual demasiado pac'ifica, a un hijo ya nacido y una esposa joven y bonita me pareci'o en verdad un regalo de Dios. Ah'i mismo se lo hice saber, que lo asum'ia todo, que se considerara casada informalmente hasta que lo hici'eramos ante un notario. Me dio mucha l'astima cuando me cont'o la cantidad de veces que hab'ia so~nado con este encuentro, para m'as desgracia hab'ia perdido mi direcci'on y no imaginaba siquiera como podr'ia localizarme. Un poco apenaba me coment'o que al ni~no le hab'ia puesto mi nombre. Me atrev'i y la bes'e levemente, pero ella, parece que por la emoci'on y tanta desesperaci'on acumulada respondi'o con una succi'on prolongada que casi me deja sin aliento.
No sal'ia de su asombro, dec'ia que nuestro reencuentro era milagroso, pues aquella era la primera vez que hac'ia el viaje al centro de la Habana despu'es del parto y no imaginaba ya tener la m'as remota posibilidad de hallarme.
La llev'e de inmediato a conocer su futura casa y le encant'o. No cesaba de alabarme por mi suerte y yo le promet'i formalmente que mi suerte era la suya. Hicimos el amor apasionadamente, solo que reprimiendo los deseos de gritar, pues a'un no hab'ia oscurecido y muchos vecinos rondaban por el pasillo del solar. Esa misma noche en un taxi fuimos hasta Boyeros, donde estaba viviendo y regresamos con el ni~no y todas sus pertenencias.
Pronto el chiquillo, que como era un Rey peque~no le dec'ia Pr'incipe, se acostumbr'o a m'i y comenz'o a llenarme de emociones, caricias y tibias meadas diurnas y nocturnas. M'as trabajo pas'o Bety para acostumbrarse al solar, le molestaba la m'usica alta casi a todas horas, los frecuentes toques de tambor, el ruido del domin'o, el orine de los perros en el pasillo. En fin que lo que hab'ia comenzado como un nido de paz y armon'ia poco a poco se fue convirtiendo en un caos. Se enemist'o con varios vecinos que conmigo se llevaban mamey y me vi obligado a hacer de 'arbitro en unas cuantas discusiones. No s'e si por eso le cogieron ojeriza y empez'o a sentirse mal, mareos, dolores de cabeza, nerviosismo y todo se lo achacaba a la brujer'ia.
_Eso es un polvo que recog'i, Rey, no seas bobo muchacho, si yo nunca me hab'ia sentido nada de esto.
Le entr'o entonces la locura de permutar y empezamos a o'ir proposiciones. Quer'ia irse para Alamar, pero a m'i aquello no me gustaba, le propuse buscar algo en Boyeros, cerca de su pariente y me respondi'o que ni loca. Decidimos hasta tanto apareciera algo que colmara nuestros gustos en com'un dar un viaje desestresante a Camag"uey, a pasar unos d'ias entre los suyos y aprovech'e la ocasi'on para montar por primera vez en avi'on, un YAK-40 que en cuarenta minutos nos llev'o a la tierra de los tinajones. Miles de a~noranzas recorrieron al trote mi mente mientras ve'ia desde el aire los contornos de la vieja ciudad ?D'onde estar'ian a estas horas Ricardo, el Plomo, Fide y todos los dem'as? ?Estar'ia a'un en la Universidad Layanta Palipana,el que me compr'o la guitarra? Me promet'i que si me quedaba tiempo pasar'ia por all'a.
Sin embargo a los tres o cuatro d'ias de estar all'i me entr'o un culillo por regresar a la Habana que no se me quitaba ni atr'as ni alante. Bety, que se recuperaba visiblemente de sus malestares no quiso volver tan pronto de ninguna manera, por lo que agarr'e mi vieja mochila y sal'i para la terminal de 'omnibus.
Las cosas buenas y malas se van turnando en la vida de las personas igual que la luz y la oscuridad, la salud y la enfermedad. Siempre andan unas disput'andole el puesto a las otras, as'i le pas'o a mi bonanza. El culillo que ten'ia era una premonici'on, algo que me alertaba. Cuando llegu'e al comienzo de la cuadra donde viv'ia me percat'e de que algo andaba mal, todav'ia algunos curiosos, de los tantos transe'untes que a diario circulan por all'i, se deten'ian frente a la puerta de acceso a la escalera del solar.
No me dejaron llegar, enseguida dos o tres vecinos se acercaron a m'i para contarme y consolarme. Nadie sab'ia aun c'omo ocurri'o todo, s'olo estaban claros de que la fuerza del fuego fue descomunal, adem'as de mi cuarto se quemaron otros dos, la vieja Hortensia sufri'o lesiones muy serias. A m'i con la noticia me entr'o una flojera en las piernas que me hizo caer de nalgas en la acera, mi mirada qued'o fija en un punto indefinido del espacio mientras en la mente trataba de hacer un c'alculo del valor de las p'erdidas. All'i no qued'o nada, me hab'ian dicho, ni subas. Por lo pronto pensaba en el fr'io, el televisor y el aire acondicionado, pero tambi'en en la cocina, la ropa, el radiecito de Mariana y m'as que todo en unos siete mil pesos que dej'e guardados en el escaparate, y m'as a'un en la propia casa ?D'onde iba a vivir ahora, c'omo recibir'ia Bety aquella noticia? ?Ser'ia esto tambi'en parte del polvazo que le hab'ian echado, seg'un ella? Brujer'ia, casualidad o el Destino, lo cierto era que quedaba nuevamente con una mano adelante y la otra atr'as.
Logr'e, despu'es de mucho insistir, que me dejaran subir para inspeccionar los da~nos. La realidad superaba todo lo que hab'ia imaginado: las puertas estaban convertidas en cenizas, las paredes interiores y todo el maderaje de la barbacoa hechas mierda, las losas del piso se hab'ian cuarteado seg'un pude ver entre los carbones, el techo perdi'o el estuco y en varias partes afloraban las cabillas desnudas y renegridas. De los muebles no pude discernir rastro alguno entre tanta carbonizaci'on. Cuando vine a darme cuenta me dol'ian los labios de tan fuerte que mis dientes los oprim'ian, al tiempo que dos gruesos lagrimones me rodaban por la cara. Ruina total, desamparo, desgracia, desgracia, repet'ia para m'i, de pronto me sent'i halado por un brazo. Era Margarita la vecina m'as vieja del solar, la matrona, a la que todos acud'iamos en busca de consejo o de consuelo, cuyo cuarto milagrosamente hab'ia quedado intacto. Me llev'o hasta all'a y me hizo tomar una taza de tilo, cuando me not'o un poco m'as calmado me ofreci'o entonces un vaso de ron bien lleno.
_ !B'ebetelo, cojones! y al'egrense de no haber estado ustedes esa noche ah'i. La vida es lo que vale, dale, b'ebetelo y p'ideles a los santos para que te den ach'e. Hoy por la ma~nana estuvieron aqu'i las gentes de la Reforma Urbana, est'an averiguando en qu'e albergue los pueden meter, y no te preocupes, !eh!, que en la calle no se van a quedar.
Mi vida, que sin aquel siniestro se hubiera enrumbado totalmente distinto, tuvo un vuelco. Me sent'i de pronto desdichado, v'ictima de un castigo inmerecido, pues no consideraba tan graves mis pecados y maldades para recibir tama~no ensa~namiento ?C'omo iba a afrontar ahora la crianza de mi hijo? ?C'omo recuperar todo lo perdido? Despu'es del segundo vaso de ron las defensas de mi organismo se desactivaron y me entr'o un sue~no incontrolable. Margarita vio mis largos bostezos y me hizo subir a su barbacoa para que descansara un rato. Dorm'i m'as de diez horas de un tir'on.
Los tr'amites con los funcionarios de Vivienda fueron largos y las explicaciones que me daban me dejaron horrorizado. Exist'ian cientos de casos de albergados en el municipio, unos por derrumbes, otros por incendios, otros de casos sociales formados por n'ucleos familiares numerosos. Con buena suerte, me dijeron, en seis o siete a~nos podr'ian darme una nueva vivienda. Me recomendaron mucha paciencia, les di un listado con la relaci'on de los bienes perdidos y prometieron poco a poco irnos entregando algunas cosas.
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