90 millas hasta el parai?so
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“!Qu'e hermosura!” – por un instante, L'azaro qued'o maravillado del lujo de la habitaci'on del hotel y, mirando nerviosamente en torno suyo, se puso a buscar dinero y objetos de valor que pondr'ia en su sombrero de paja. Despu'es de revisar las mesitas de noche, 'el descubri'o un frasco de agua de colonia “Carolina Herrera”, que ya estaba casi vac'io. Se perfum'o con mucha abundancia y se dirigi'o al trem'o. En la caja hab'ia varios billetes arrugados de diez pesos. No era tan grande el bot'in… !Pero en la otomana azul, al lado de la cama, 'el tropez'o con una videoc'amara! El ladronzuelo la empaquet'o cuidadosamente en el sombrero.
Al ver en el sill'on junto a la mesita de noche una chaqueta de lino, examin'o con mucho esmero los bolsillos y extrajo un portamonedas con tarjetas bancarias. “!Fritzes de mierda! ?Qu'e hay de malo en el dinero en efectivo?” – L'azaro se puso rabioso. No era posible poder utilizar una tarjeta de cr'edito en C'ardenas, as'i como en cualquier otra ciudad. No porque el due~no al enterarse de la p'erdida, inmediatamente la bloquear'a. Simplemente, en Cuba usaban las tarjetas exclusivamente los extranjeros, mientras que L'azaro solo so~naba con ser uno de ellos.
S'i, ten'ia planeado recibir la ciudadan'ia estadounidense, y sin duda alguna as'i lograr'a alcanzar su meta, en cuanto gane un gran dineral en el contrabando. En su mente, en ese per'iodo, no hab'ia una distinci'on clara entre los t'erminos “contrabandista” y “americano”. El dinero, todo lo solucionan los deseosos billetes de cien d'olares, desde los cuales contempla con altivez el inmortalizado Franklin.
“!Por fin hay algo de valor!” – se alegr'o L'azaro, habiendo tropezado contra una jarra de cristal. En el fondo de esta hab'ia un brazalete muy pesado, decorado con un capullo de p'etalos de oro de una orqu'idea. Autom'aticamente lo meti'o en el calcet'in, enroll'andolo al tobillo, y se precipit'o al cuarto de ba~no. Hace tiempo so~naba con un cepillo de dientes “Oral-B” con un motorcito. !Qui'en sabe, puede ser que el alem'an use justamente uno de estos! “!Tendr'e suerte alguna vez!” La puerta del ba~no result'o estar cerrada.
Al cabo de un segundo esta se abri'o y ante L'azaro apareci'o en toda su belleza la pelirroja Magda von Trippe, nieta del entrado en a~nos Miljelen Calan.
Poseyendo una cantidad de “atributos”, Magda no era famosa por su belleza. La ropa interior de color turquesa, que llevaba puesta despu'es de tomar el ba~no espumoso, no pod'ia ocultar los matices de su constituci'on idiosincr'asica. No se puede decir que ella sea fea… Desprovista de gracia femenina, s'i. M'as bien deportiva que hombruna. Y de ninguna manera era repugnante, lo que deb'ia probar L'azaro ahora mismo.
Justamente as'i, ya que Magda midi'o al malhechor con una mirada inequ'ivoca, cuyo significado L'azaro pudo evaluar estando ya en la habitaci'on, en la cama. La muchacha alemana tom'o la 'unica decisi'on justa para s'i, prefiriendo a la resistencia total a ese cubano de alta estatura y muy simp'atico, una capitulaci'on activa…
Como se habr'ia alegrado por la nieta Miljelen, que en el declive de la vida se aficion'o seriamente a Sigmund Freud y sospechaba en Magda inclinaciones lesbianas. Lo que se refiere a la ni~na todo estaba en orden, y este resultado se hizo el resumen de todos sus esfuerzos tit'anicos en la rehabilitaci'on psicol'ogica, no demandada ni siquiera entre los alemanes turcos, Magda von Trippe.
Cuba es un pa'is maravilloso donde la gente es jovial, sociable. Ellos bailan por doquier la salsa, el merengue y el reggaet'on, siempre est'an contentos para ti. No les eres indiferente. Siempre quedan agradecidos por una propina. Y si no les ofreciste mucho dinero, sus sonrisas francas no se hac'ian menos deslumbrantes. Y esto, en realidad, est'a estrechamente ligado con la avaricia de Miljelen respecto a los criados.
En comparaci'on con el Marmar'is turco, donde Miljelen Calan pasaba todas sus vacaciones con la difunta Greta, los balnearios cubanos pod'ian darles a los turcos cien puntos de ventaja. Las mulatas y mestizas, atractivas f'isica y sexualmente, iban y ven'ian por todos lados, y las autoridades y, lo m'as importante, los varones locales, de manera demostrativa, se tapaban los ojos contemplando sus cortos amores con los extranjeros. La verdad es que la polic'ia se los tapaba con peque~nos billetes en pesos convertibles. Una nader'ia en comparaci'on con las costumbres de la Porta aliada.
Los turcos no son tan hospitalarios. Se portan sin ceremonia en sus pretensiones importunas a los turistas, y su religi'on es demasiado severa respecto a las mujeres. La cuesti'on es otra si hablamos de la santer'ia cubana con su pante'on de dioses, con collares de diminutas conchas marinas y semillas de 'arboles “sagrados”.
La admiraci'on de Miljelen por los dioses paganos, que se asentaron en un pa'is de cat'olicos merced a los descendientes de los esclavos, tra'idos de la costa occidental de 'Africa, se explicaba f'acilmente… En la 'epoca del r'egimen de Hitler, siendo joven Miljelen, ingres'o en las Juventudes Hitlerianas, donde entre los ni~nos se cultivaba la lealtad incondicional al F"uhrer del Reich Germ'anico, la fe en la superioridad racial de los arios y el respeto piadoso al culto n'ordico de Od'in, el que encabeza el pante'on de los dioses paganos.
Desde aquel entonces transcurrieron a~nos y a~nos, pero pocos son los individuos que pueden cambiar radicalmente su propia cosmovisi'on. Hasta bajo el influjo permanente de los golpes del destino. En cuanto a Miljelen, su nacimiento en la patria del gran te'ologo Mart'in Lutero no le imped'ia amar abnegadamente al se~nor del pa'is de los Nibelungos, al Rey Sigfrido, decantado por los “escaldas” a la guerrera Krimilda 2 y Od'in 3 , como ahora lo ve'ia tan parecido al Ayaguno cubano, el dios de la guerra.
2
Krimilda es un personaje de la obra 'epica germ'anica el Cantar de los nibelungos
3
Od'in (n'ordico antiguo 'Odinn), tambi'en llamado Wotan o Woden, es considerado el dios principal de la mitolog'ia n'ordica, as'i como de algunas religiones etenas.
Vali'endose de los rumores que llegaron a o'idos del se~nor Calan, el propio Fidel se encontraba bajo la protecci'on del dios m'as fuerte de las diecis'eis encarnaciones de Obatal'a, 'idolo supremo de la santer'ia. Justamente por eso a 'el no le da~naban las balas, ni los complots, ni las maldiciones, el pueblo lo idolatraba, a pesar de la indignante pobreza. No es extra~no, Miljelen Calan no era el primero que imaginaba a Castro, ate'ista dubitativo, como adepto de su culto.
La necesidad en la mistificaci'on se ha unido en el alma del alem'an con el abec'e del an'alisis psicol'ogico, despu'es de ser le'idas las primeras diez p'aginas del grueso tomo de Freud. La obra completa “Interpretaci'on de las visiones” 'el no pudo “trag'arsela”, aunque lo le'ido result'o ser suficiente para que Miljelen se creyera ser un innato psiquiatra, al descifrar los deseos escondidos de la propia nieta.
En Cuba el alem'an pod'ia ayudar a Magda y el riesgo apenas ser'ian cincuenta euros. En la playa don Calan contrat'o a uno de los gigol'os locales, con zarcillos en los dos l'obulos. El muchacho se llamaba Guillermo y le orden'o que al atardecer se presentara en la habitaci'on de su chica como si fuera un masajista para demostrarle de manera convincente todas las ventajas de la esencia masculina. Miljelen le suministr'o con aversi'on un cond'on, y as'i Guillermo adquiri'o un especial art'iculo de goma.