90 millas hasta el parai?so
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Ambos dorm'ian – dos personas queridas por 'el. ?Podr'a haber algo m'as valioso en todo el mundo? Aqu'i est'a el hijo, su vida y felicidad para el padre. Y all'i Eliz, la mejor mujer de C'ardenas. Mejor dicho, de todo el municipio de Varadero, y, quiz'as, de toda la provincia de Matanzas. 'El la tiene a ella, una mujer con la cual est'a divorciado. Y nada podr'as hacer. Nunca ser'a como antes. En sus relaciones desapareci'o el sexo, pero qued'o el amor. Eso ocurre entre las personas…
'El respeta sus opiniones. Cree en ella y por eso siempre fue fiel con Eliz. Cierta vez le confes'o su adulterio. Probablemente, fue algo est'upido e injusto respecto a ella. As'i se lo dijeron un'animemente los amigos… Se divorciaron, pero no se separaron. Puede ser que pronto y vivir'an separadamente, pero, acaso, podr'an estar largo tiempo sin verse el uno al otro. S'i, habr'a que acostumbrarse a esta idea y aceptar lo inminente, no existe m'as una muy plena y completa familia. Hay solamente unos buenos recuerdos y un vac'io. Este que ha de ser llenado con la vida futura. Solamente este nicho no deber'ia ser ocupado por la vanidad, la que siempre est'a tirando a expulsar lo m'as valioso que hay en la vida, el amor verdadero.
No quisiera uno pensar en lo amargo. No pod'ia encontrar una soluci'on, creyendo que el tiempo se lo dir'ia, c'omo deb'ia actuar. Todo se arreglar'ia. No pudo hacerla feliz. Sigue queri'endola, aunque tiene relaci'on con otra mujer. Aqu'i est'a su contradicci'on. Su cruz que la lleva a cuestas. Ama a una, pero quiere con ardor a la otra. La ama, porque son almas gemelas; compart'ian sus sue~nos en una cama. La quiere, por el hecho de que ella dio a luz a Eli'an…
!Eh, lev'antate, dormil'on! T'u mismo me pediste que te despertara m'as temprano. ?O te has olvidado que deber'iamos ir a Camag"uey?
* * *
A principios de los noventa, despu'es de desmoronarse el campo socialista, Fidel Castro orden'o que debiera sobrevivir.
La brusca reducci'on en el intercambio de mercanc'ias con los ex aliados impact'o en Cuba mucho m'as fuerte que el embargo de los yanquis. El pa'is donde dominaba el monocultivo, donde no crece nada, salvo la ca~na de az'ucar, el caf'e y el tabaco, perdi'o los mercados de suministro.
Fidel, amigo de las paradojas, encontr'o varios m'etodos capitalistas de ayuda al socialismo, gracias a los cuales Cuba pudo resistir. Introdujo la libre circulaci'on de divisas, permiti'o funcionar a las peque~nas empresas y empez'o a atraer a inversionistas extranjeros en el 'area del turismo. Adem'as, el estado manten'ia en sus manos las carteras de control de todos los hoteles. Hasta permiti'o a sus irreconciliables enemigos ideol'ogicos, a la di'aspora de Miami, enviar dinero a sus familiares a Cuba.
Pronto Castro cre'o una alianza pol'itica con Hugo Ch'avez, l'ider venezolano, que escap'o de la tutor'ia de los EE.UU., despu'es de sentir las crecientes ambiciones imperiales de Rusia, copiadas del modelo de la pol'itica internacional de la Uni'on Sovi'etica, 'el concibi'o que los buenos viejos tiempos est'an retornando. Predecir esto no era tan f'acil, pero los experimentados ajedrecistas deben tener a su alcance numerosas jugadas adelantadas. Los yanquis se precipitaron a dar por perdido al “Barbudo”. Pero no fue as'i.
Primero, Fidel ayud'o a su amigo Ch'avez a comprar a los rusos una partida de cien mil fusiles de asalto “Kalashnikov”. A ninguna persona en el mundo le surgi'o duda alguna contra quien estar'ian apuntados esos ca~nones, la mitad del territorio de Colombia se hallaba bajo el control de los guerrilleros. Muchos de los Comandantes de los rebeldes se cubrieron de barro por las relaciones con los capos de la droga de Cali y Medell'in. El peso y la influencia de Castro en la regi'on disminuyeron en el per'iodo del principio de los noventa. Hay que decir, se reanimaron y con cada a~no, iban creciendo enormemente.
Fidel en este sentido parec'ia ser el ave F'enix, el que siempre est'a en vela y despejado. Hasta cuando todos en torno suyo duermen y est'an algo loqueados, y, puede ser, especialmente en momentos como estos…
Naturalmente, los fan'aticos de los coches en Cuba se mov'ian en carcachas y las amas de casa miraban los antiqu'isimos televisores. Sea como sea, la mayor'ia de la gente estaba dispuesta a sufrir las incomodidades dom'esticas y la muy larga parada en los a~nos cincuenta, ya que Fidel personificaba la mentalidad de los propios cubanos. Eran pobres, pero una naci'on orgullosa. El gu'ia se fusion'o con el pueblo y se arm'o de su principal dignidad, el amor a la libertad. ?Son palabras altivas? Probablemente. En especial, si tomamos el hecho de que la dignidad de los ciudadanos del gran y potente pa'is de los S'oviets, que dejaban caer la l'agrima al o'ir el himno nacional y ver como izaban la bandera con la hoz y el martillo, no pudieron resistir a un par de tejanos “Rifle” y a un trago de “Coca-Cola” de una botellita de relieve de vidrio.
Puede ser que los cubanos est'en hechos con otra pasta, amasados en condiciones de un verano eterno y la esclavitud todav'ia fresca no se ha borrado en la memoria. Aunque, lo m'as probable ser'ia, que son ellos las m'as corrientes personas como todos los pueblos que habitan el planeta.
Simplemente respetaban a su Fidel, es que ante 'el se inclinaban todos los enemigos. No se retiraba de 'el solamente la vejez, precursora de la muerte.
Todo el mundo solamente hablaba de una posible revancha, cuyos planes fraguaban los yanquis, los antiguos due~nos de Cuba. ?Pero quer'ian los cubanos el retorno de la dictadura de t'iteres, latifundistas, oligarcas, mafiosos e inmigrantes, que se han achanchado, cebados por los norteamericanos? Claro que no. Lo que se refiere al debilitamiento de la opresi'on, el levantamiento del bloqueo y las sanciones econ'omicas, eso es aceptable. Pero no ha de haber ninguna restauraci'on de los viejos 'ordenes.
La muerte de Fidel, indudablemente, podr'a servir de impulso a variar la r'igida pol'itica de Estados Unidos respecto a Cuba a favor de una menor opresi'on. Sin embargo, no hay que enga~narse respecto a lo dicho y enterrarse en ilusiones acerca de que la mayor'ia de los cubanos desea la muerte de la persona, a la que respeta. Sinceramente, ser'ia el punto supremo del cinismo.
Tales ilusiones pod'ian haber nacido solamente en las costas de Florida, en el balneario de Miami… en expectativa del desenlace de un espect'aculo muy alargado, cuyo fin inevitablemente tendr'a lugar con la p'erdida de Fidel, de su capacidad de obrar, o, lo que saboreaba la inmigraci'on pol'itica de Miami, con el pronto fallecimiento del l'ider de los comunistas.
A contrapeso el m'edico personal de Castro expidi'o solemnemente un veredicto prestigioso relacionado con su paciente de alto rango. Quitando sudor de la frente, el maestro asegur'o a todo el mundo con esta conclusi'on: “!Fidel llegar'a a vivir hasta los ciento veinte a~nos!” El esculapio, probablemente, qued'o pasmado de una declaraci'on tan audaz, pero se la hizo pasar a 'el y pidi'o cort'esmente que la leyera el propio jefe del m'as influyente servicio de investigaci'on de Cuba – DI 8 – Jos'e M'endez Cominches.
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La Direcci'on de Inteligencia o DI, anteriormente conocida como Direcci'on General de Inteligencia o DGI es el principal organismo estatal de inteligencia del Gobierno de Cuba.
En cuanto a la medicina, en Cuba confiaban. Y no solamente porque es gratis y accesible para todos. Simplemente, en realidad, es la mejor en toda Am'erica latina y puede competir con los fabulosamente caros tratamientos en Occidente.
Todo lo positivo de la sanidad p'ublica de Cuba Juan Miguel y Elizabeth lo pudieron apreciar en plena medida, cuando despu'es de unos intentos infructuosos de tener un ni~no, al fin y al cabo, lograron alcanzar lo deseado, y con ayuda de los m'edicos de La Habana apareci'o el fruto de su amor y heredero del linaje, el peque~no Eli'an.